La osteomalacia es una enfermedad ósea caracterizada por un proceso de desmineralización de los huesos, los cuales pierden progresivamente su dureza, volviéndose frágiles y quebradizos.
Vulgarmente recibe también el nombre de «huesos blandos o reblandecimiento de los huesos». Es importante observar que este trastorno en la niñez recibe el nombre de raquitismo.
No es lo mismo la osteoporosis que el reblandecimiento óseo u osteomalacia. En la primera existe una pérdida de matriz ósea, que además comporta la disminución de la cantidad de sales minerales, pues es en la matriz donde se fijan.
En cambio, en el reblandecimiento óseo los huesos sufren una pérdida de sales minerales pero conservan intacta la matriz ósea. Aunque la osteoporosis y la osteomalacia son dos enfermedades distintas, no es extraño que en algunos casos coexistan simultáneamente, especialmente en aquellas personas muy mai alimentadas o que apenas reciben la luz del sol.
La causa fundamental de la osteomalacia es la deficiencia de vitamina D en el organismo, ya sea por su ausencia de la dieta, por una escasa o inadecuada exposición a la luz solar, o bien por malabsorción, un exceso de actividad de las glándulas paratiroides, enfermedades intestinales, renales o hepáticas.
Con relación a estos dos últimos trastornos, es importante señalar que la vitamina D que recibe nuestro organismo con los alimentos o la que adquirimos tomando el sol no ejerce su acción hasta después de haber sufrido una serie de transformaciones en el hígado y en los riñones; por ello, cualquier enfermedad que afecte el funcionamiento de estos órganos puede ser causa de osteomalacia.
En el caso concreto de las personas que sufren una enfermedad hepática, el reblandecimiento óseo se produce por dos motivos: en primer lugar, porque es necesaria la presencia de bilis en el intestino para que el organismo pueda absorber la vitamina D de los alimentos, y ciertas enfermedades hepáticas dificultan la salida de la bilis; y en segundo lugar, porque si las funciones del hígado se encuentran muy alteradas, este órgano será incapaz de realizar los necesarios procesos de transformación de la vitamina D.
Las primeras manifestaciones de la enfermedad suelen ser:
- Dolores óseos, más o menos intensos, sobre todo en las costillas, en la columna vertebral y en los huesos largos de las extremidades.
- Cansancio
- Pérdida del apetito
- Adelgazamiento sin motivo
- Fracturas óseas ante mínimos traumatismos.
El diagnóstico suele realizarse a través del estudio radiológico de los huesos, en los que se puede apreciar una disminución de la densidad ósea, y mediante el control analítico del metabolismo del calcio y del fósforo y otros subproductos de la vitamina D.
Remedios populares
Remedio para la osteomalacia #1: Dejar hervir en 2 litros de agua hasta reducir a 1 litro 80 g de equiseto menor y 60 g de hojas de olmo. Retirar del fuego y dejar refrescar. Colar y tomar a lo largo del día.
Remedio para la osteomalacia #2: Hervir 40 g de hojas de fresno y 20 g de bayas de enebro en un litro de agua por 10 minutos. Dejar reposar y colar. Tomar 3 tazas diarias.
Remedio para la osteomalacia #3: Hervir en 2 litros de agua hasta reducirá 1 litro, 100 g de mielga colar y verter sobre 30 g de alcachofa y 40 g de aciano. Tapar y dejar en infusión durante 20 minutos, colar y distribuir en 8 partes a tomar en 4 días, a razón de 2 veces diarias, durante 8 días seguidos; descansar 4 días y repetir el proceso 3 veces seguidas, es decir, 24 días en total.
Remedio para la osteomalacia #4: Hervir en 2 litros de agua hasta reducirá 1 litro, 80 g de centinodia y 30 g de mijo de sol (Lithospernum officinale) pasado por el molinillo eléctrico (contiene una alta proporción de carbonato y silicato de calcio) Dejar hervir de nuevo durante 10 minutos, colar, filtrar y distribuir en 8 partes a tomar en 4 días, a razón de 2 veces diarias, durante 16 días consecutivos; descansar 1 semana y tomar de nuevo otros 16 días.
Remedio para la osteomalacia #5: Verter 40 g de hojas de aciano y 40 g de flores de brezo en un litro de agua y hervir por 10 minutos. Pasado ese tiempo, retirar del fuego, tapar y dejar refrescar. Colar y tomar a lo largo del día.
Recomendaciones
Consumir una dieta rica en calcio y en fósforo que incluya el consumo de productos lácteos, verduras de hojas verdes como el brócoli y col y la ingesta de pescado.
Tomar baños de sol diarios, ya sea a primera horas del día o en las últimas de la tarde para evitar la exposición en horas que los rayos solares son más fuertes y tienen un efecto negativo en la piel.
Ingerir alimentos que sean una buena fuente de vitamina D la cual se presenta en dos formas: la vitamina D1 (ergocalciferol), que se encuentra en la levadura que ha sido expuesta a la irradiación solar (rayos ultravioleta) y la vitamina D3 (colecalciferol), que se halla en los aceites de hígado de pescado, los productos lácteos, algunos vegetales y la yema de huevo.
Consumir suplementos de vitamina D durante los meses de invierno.
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